Los inversores no deberían pararse en frente de un tren en marcha.

La disonancia cognitiva es un término de psicología utilizado para describir una situación donde la percepción y la realidad son distintas.

Es similar a lo que la gente llama "negación". El paciente ve las cosas de una manera pero la realidad es diferente. Por supuesto, es cuestión de tiempo para que la realidad prevalezca y el paciente vuelva a ella. Este proceso puede ser rápido o lento, fácil o doloroso, pero lo importante es saber que la realidad siempre gana. 

Algo como la disonancia cognitiva sucede en los mercados ahora. Los mercados han estado temporalmente eufóricos por las políticas de impuestos, gasto y desregulación de Trump. Esas políticas son importantes para los ciclos de negocios, el crédito y el crecimiento económico. 

La percepción es que han vuelto los días felices. Se espera que la nueva administración Trump ponga billones de dólares en estímulo fiscal y recortes de impuestos en la economía. Inmediatamente después de las elecciones de noviembre, los inversores miraron las políticas de Trump y decidieron que les gustaba lo que veían.

Y así los índices de acciones más importantes alcanzaron máximos un día tras otro. El Dow alcanzó los 20.000 antes de retroceder. El dólar ha estado operando cerca de un pico de 14 años, aunque ha caído recientemente. El oro se movió sin tendencia clara aunque se ha disparado de nuevo durante los últimos días. 

La realidad es distinta. He advertido a mis lectores que la euforia de Trump está lista para caer. Ahora la realidad podría asentarse.

No está claro cuánto de la agenda económica de Trump verá la luz del día. El Congreso quiere compensar los recortes de impuestos en un área con subidas de impuestos en otra para no perder recaudación. Eso saca el estímulo. Menos regulación para los bancos no ayudará a la economía si los banqueros nos llevan a otro colapso financiero como el de 2008.

El gasto en Infraestructura aumentará el ratio deuda-PIB más allá del nivel ya alto de 105%, colocando a Estados Unidos más cerca de la crisis de deuda soberana como Grecia. 

Bajo cualquier estándar, Estados Unidos está en el punto donde más deuda produce menos crecimiento en lugar de más. Es otra razón por la que el plan de gasto de infraestructura de Trump no producirá el crecimiento esperado. Y si la infraestructura es financiada de manera privada, necesitará herramientas y tarifas de usuarios para pagar a los bonistas, otra forma de subida de impuestos. 

No hay forma de que las políticas de Trump puedan suministrar el estímulo con el que el mercado cuenta. El Dow Jones alcanzó su máximo el 26 de enero de 2017, un día después de pasar la mítica marca de los 20.000. Ahora opera cerca de 19.900. La tendencia bajista puede continuar y profundizarse pronto.

La productividad se ha estancado últimamente. El PIB del cuarto trimestre avanzó un 1,9%, por debajo de las expectativas — el último episodio del peor año de crecimiento estadounidense desde 2011 cuando la economía todavía se recuperaba de la crisis financiera global. El fuerte dólar es un gran viento de frente para el crecimiento junto con la pequeña participación de la fuerza laboral y el débil crecimiento de la productividad.

La participación de la fuerza laboral está cerca de sus mínimos en 40 años y se espera que caiga más por razones demográficas. Las tasas de natalidad no han estado tan bajas desde la Gran Depresión. Estados Unidos solía obtener una subida de la fuerza laboral con la inmigración, pero eso podría detenerse por las políticas de Trump. Tendremos que esperar para verlo.

Una fuerza laboral baja más productividad baja es igual a una economía débil o casi cero crecimiento nominal. ¿Cómo se resolverá esta situación?

El crecimiento rebotará basado en los "espíritus animales" y el estímulo Trump funcionando mejor de lo esperado o los mercados colapsarán cuando vean que no llega el crecimiento. Por "colapso" me refiero a una corrección violenta del mercado de acciones, un dólar en caída y grandes subidas en bonos y oro. Esperamos lo último.

Las crisis financieras no afectan solo al ciclo de los negocios, sino también a la psicología de los inversores y a la inestabilidad del sistema financiero. Ahora los inversores están inquietos, numerosos shocks van a tener lugar y el sistema es altamente inestable por la no transparencia y el exceso de apalancamiento.

El problema con un pánico financiero es que a los inversores en pánico no les importa si el presidente es un demócrata o republicano; solo quieren su dinero. Esa misma dinámica aplica a desastres naturales como tsunamis y terremotos.

Una vez que empieza el desastre, las dinámicas toman vida propia y no les importa si las víctimas son liberales o conservadores. Todos salen lastimados. No lo espero pero esta es una lección que tal vez Trump aprenda de una manera dura.

Antes he dicho que colapso significa una corrección violenta del mercado de acciones, un dólar en caída y grandes subidas en bonos y oro. Espero lo último. Las tendencias a largo plazo favorecen al oro si el crecimiento estadounidense sigue decepcionando.

El dólar tal vez reciba un impulso por la subida de los tipos de la Fed en marzo, pero después de eso incluso la Fed reconocería que se ha equivocado de nuevo y empezaría otro ciclo de políticas flexibles.

Por ahora, los inversores no deberían pararse en frente de un tren en marcha. Mantén el efectivo listo y prepárate para dirigirte hacia el oro, bonos y euro. De hecho, no es demasiado pronto para entrar en esas posiciones ahora.

En lugar de las tendencias a corto plazo, mi consejo es enfocarse en las tendencias a largo plazo. Así preservarás tu riqueza en la adversidad. 

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